ALGUNOS CUENTOS

 
El hombre que aprendió a ladrar

Lo cierto es que fueron años de arduo y pragmático aprendizaje, con lapsos de desalineamiento en los que estuvo a punto de desistir. Pero al fin triunfó la perseverancia y Raimundo aprendió a ladrar. No a imitar ladridos, como suelen hacer algunos chistosos o que se creen tales, sino verdaderamente a ladrar….
Mario Benedetti

 
 
Su amor no era sencillo
Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.
Mario Benedetti


 
La Muerte y el Desdichado
Un Desdichado llamaba todos los días en su ayuda a la Muerte. << ¡Oh Muerte! exclamaba: ¡cuán agradable me pareces! Ven pronto y pon fin a mis infortunios. >> La Muerte creyó que le haría un verdadero favor, y acudió al momento. Llamó a la puerta, entró y se le presentó. << ¿Qué veo? exclamó el Desdichado; llevaos ese espectro; ¡cuán espantoso es! Su presencia me aterra y horroriza. ¡No te acerques, oh Muerte! ¡Retírate pronto! >>
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Mecenas fue hombre de gusto; dijo en cierto pasaje de sus obras: “Quede cojo, manco, impotente, gotoso, paralítico; con tal de que viva, estoy satisfecho. ¡Oh Muerte! ¡No vengas nunca!” Todos decimos lo mismo.
La Fontaine


La gallina de los huevos de oro
La avaricia rompe el saco. Para probarlo me basta el ejemplo de la Gallina que, según cuenta el Apólogo, ponía huevos de oro. Su dueño creyó que tenía un tesoro dentro del cuerpo; la mató, la descuartizó, y la encontró enteramente igual á las demás Gallinas. Así perdió su fortuna.
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¡Buena lección para los codiciosos! En estos tiempos, ¡á cuántos hemos visto que por querer hacerse ricos, de la noche á la mañana han quedado sin blanca!
La Fontaine
 
Desolación
La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de las apariciones.
Juan José Arreola