8 de mayo de 2009

-Ven acompañame.
-¿A dónde?
-Camina a mi lado.
-¿Por qué he de hacerlo?
-¿Quieres conocer tu pasado?
-¿Tú que sabes de mi?
-Lo suficiente.
-¿A qué te refieres?
-Te conozco desde el día de tu nacimiento.
-No puedo creerte, yo jamás nací.
-¿Crees que apareciste sólo en este mundo?, ¿crees que existes desde el inicio de los tiempos? No seas ingenuo.
-Eso se suponía.
-Recuerdas a aquel anciano el cual se cruzó en tu camino hace algún tiempo atrás, al que te reusaste a ayudar a cruzar el río. Ese viejo de ojos brillantes, voz amable y tranquila, cabello cubierto por el paso del tiempo sin retorno, recuerda esas palabras que pronunció a tu partida.
-"Necesitaras de la verdad, lo sabrás hasta el día que estés dispuesto a aceptarla y comprenderla". Sí, lo recuerdo perfectamente, sin embargo no le di importancia, no hay verdad que no conozca.
-Sufrirás eternamente por tu terquedad, tantos años y continuas igual, nunca cambiaras.
-¡Silencio anciano!, no sabes nada de mi recorrido por este mundo, ¡nada!
-No te alteres, sólo quiero contarte tu verdadero pasado, no sólo el que recuerdas, es sólo una parte de toda la vida que has tenido.

continuara...

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