24 de febrero de 2010

Contemos más segundos

Con esa voz que sólo a ti pertenece, sólo con ella me atraes. Tu voz me pide que no tenga piedad, ninguna palabra se necesita. Con tu mirada –aún si no se dirige hacia donde me encuentro- logras destruirme lentamente, desprendes cada parte de mi cuerpo, lo divides –lo disfrutas al igual que yo-.
Una caricia –vamos, continua torturándome con una caricia-, con la yema de tus dedos roza… define el contorno de mis huesos, hiere mi piel con tu mano posada sobre mi corazón –cuanto deseo que lo tengas entre tus manos-. Pobre, intenta destruir su hogar para llegar a ti.
Pero no es suficiente.
Me acerco, pero temo hacerlo –podrías huir-.
Mis piernas se contonean al ritmo de tu cabello, me conducen hasta tu espalda y tu piel reacciona al aroma de mi respiración, tus músculos uno a uno se tensan, puedo sentir cada reacción eléctrica de tus nervios, saboreo el flujo de tu sangre y además puedo sentir como el torrente de la misma transita por cada centímetro. Palpo el contorno de tus huesos: ¡tus costillas!, oh, tus costillas son perfectas para albergar mis dedos.
Continúo un poco más abajo, mis manos continúan el camino recorrido por mis ojos en tantas ocasiones. Llego hasta tus piernas, ellas que tantas veces me han hecho seguirlas. Seguir su delicioso contoneo.
No me quiero acercar a tu rostro –no aún- recorrer tu espalda, llegar a la parte baja, tocar tus piernas y saber que me seguirás si me detengo y doy media vuelta. Sí súbitamente detener mi cortejo y alejarme, hacerte desear que continúe y llegué al final.
Lo sabes, lo sé… ya no es una suposición, terminaremos enredados, o mejor digámoslo de forma bella, nuestros cuerpos terminarán entrelazados, deformados en uno solo, transformando cualquier fórmula posible e imposible, nuestros cuerpos adoptan formas inquietantes –y en realidad somos amorfos-.
Entretejo mis fantasías en tu espalda, la desgarro en busca de cada una de ellas, en cada ocasión compruebo que no están donde las dejé la ultima vez, lo has de notar –sentir- mis dedos acompañados de mis uñas hurgan entre los pliegues de tu piel, escarban en tus huesos hasta encontrarlos y traerlos de nuevo a la superficie y adornarlos con ese tono carmesí que adopta al final de cada encuentro.
Sólo el tenue rayo solar transforma la noche en el alba y me dicta la hora de partida y comienza el conteo de los segundos para reencontrarnos como cada noche.




Sólo para él.

Por él y de él.

1 comentario:

Elena dijo...

waaa naniiis

eso ya lo habia leido O.o no recuerdo

bueno en fin

siempre un gusto tus letras tan letrosamente genialosas xDDD


y em no sep

andaba inspirada


pero pinche musa como que me dio el tufaso en ves del soplo divino xDDD


duuuuh