Recorrerte

Deja que me acerque lentamente a ti, a tu espina dorsal, al nacimiento de tu cabello al final de la nuca. Intentaré –por el amor que nos une- no hacerte daño alguno, sólo te contemplaré.

Miraré cada delicado pliegue de piel, cada contorno recorrido por mis dedos.

Lento, todo será lento. Si me aproximo más no me contendré. Me rehúso a herirte. Sin embargo, éste ser emergiendo en mi interior, ese al cual has despertado con el primer contacto de tu cuerpo, pide a gritos –tus gritos- pide ver la rendición bajo sus caricias.

Tus costados son tan delicados, incluso inocentes como tus acciones.

-El ideal que hacia mi profesa es casi devoto, casi inexplicable, fantasioso. No arruinaré esa ilusión, no seré yo quien le haga ver la realidad-

Frágil y tierno, enigmática combinación. Con cierto toque de romántico –letal, simplemente, letal- tímido… Facetas, distintas, hermosos matices, ¡cuánto sabor!

Oh, tu aroma, cada milímetro de tu aroma ¿cómo –dime- cómo no ser fiel a tus impulsos nerviosos? ¿Cómo ignorar ese delicado jadeo al arquear mis dedos a tu espalda?

Fiel… Fiel… Fiel –semejante a una letanía- Fiel a tus labios, fiel a tus ojos, a tu aliento… Fiel a tu lengua. Ahora dime, imploro que dictes tu sentencia ¿cómo evitar serte fiel, calarte hasta los huesos, hasta las entrañas?

¿Dejarás que vea en tu interior?

¿Dejarás que taladre tu mente con delicados arrullos hasta entonar las palabras precisas que hagan sucumbir a los más profundos de tus miedos?

¿Entregarás ese delicioso placer de torturar tu cuerpo y tu alma, hasta que sólo tu sangre quede libre… libre y aguardando ser mía, sólo aguardando?

¿Permitirás que me una a ese ente, en lo más recóndito de ti, por el resto de tus segundos?

Yo, sólo puedo encararme a ti en ese ritual para profanarte.